Estudios realizados en los últimos años muestran que el 76% de los jóvenes entre 10 y 14 ha consumido bebidas alcohólicas y que el 60% lo ha hecho durante el último mes. Siendo este el rango de edades más vulnerable para el inicio del consumo de alcohol.
CÓMO PODEMOS PREVENIR QUE NUESTROS HIJOS CONSUMAN ALCOHOL Y OTRAS SUSTANCIAS ADICTIVAS?
Aprendamos a decir no. Más que un bien le hacemos un daño a nuestros hijos cuando les damos todo lo que quieren. Motivamos el inmediatismo, la falta de esfuerzo y le damos a la satisfacción un papel muy peligroso.
Pongamos límites claros, mediados por el afecto y la argumentación. Expongamos razones que justifiquen las normas, no respondamos simplemente “porque no” o “porque si”.
Seamos consecuentes con normas y castigos. Si decimos “3 días sin Internet” que sean 3 días, no nos dejemos vencer por besos y abrazos manipuladores que nos hagan cambiar de opinión, para que perciban que la responsabilidad y las consecuencias de los actos son asunto serio.
Pongamos sanciones que realmente les hagan percibir que se han equivocado y que eso tiene un precio. No nos excedamos en el castigo y elijamos privarlos o ponerles algo que realmente les afecte. Quitarles el Internet, no darles dinero, ponerles oficios de la casa, serían algunas opciones. Siempre debemos definir el tiempo del castigo (un fin de semana, 3 días, una semana, etc., evitando sobrepasar un mes). Ponerlos sin agresividad.
Conozcamos a nuestros hijos y su entorno. Tengamos teléfonos de los amigos y sus padres. Sepamos a dónde van, con quién salen y qué hacen. Pero tengamos cuidado en no excedernos acosando a nuestro hijo o a sus amigos, la intensión no es entrometerse en las relaciones sino tener información importante.
Si les permitimos salir a fiestas revisemos el estado en que regresan. Discretamente acerquémonos a saludar y percibamos si tienen olor a alcohol o cigarrillo, miremos si sus ojos están rojos o con las pupilas dilatadas, si actúan demasiado acelerados o si por el contrario están torpes y lentos.
Ante el primer evento de embriaguez pongamos sanciones que les permitan apreciar las graves consecuencias de su conducta. La primera vez dará la pauta para que el joven decida si lo hace o no nuevamente. Pero no en el instante de ebriedad, debemos dejar que el efecto del alcohol pase y al día siguiente hablaremos seriamente sobre las consecuencias que esta conducta les ha traído. Pongamos ejemplos de personas que sufren de problemas de alcoholismo y sus consecuencias.
Tengamos cuidado en no reforzar o premiar conductas negativas o adictivas. Evitemos ayudarles a pasar el guayabo con calditos, bebidas hidratantes y/o pastillas. Que sientan “sin anestesia” las consecuencias de su comportamiento.
Supervisemos y controlemos otras conductas potencialmente adictivas como excesos con la Internet, los juegos, la comida, los dulces, etc.
Hablemos con ellos de lo que sentimos, de lo que pensamos, de lo que deseamos, involucrémoslos en nuestra vida y del mismo modo involucrémonos en la de ellos.
Informémonos y divulguemos. Aprendamos sobre diferentes sustancias, sus efectos y consecuencias.
Lleguemos primero… Anticipémonos ante situaciones potencialmente problemáticas.
Hablemos con claridad. Expresemos nuestra postura y expectativas sin usar gritos, sin dar cantaleta y sin agredirlos.
Estimulemos un buen comportamiento, evitando comportarnos obsesivamente y/o compulsivamente, pues estas conductas generan patrones de modelamiento en nuestros hijos y están relacionadas directamente con las adicciones.
Corrijamos malos hábitos y comportamientos, enseñándoles a asumir su responsabilidad.
Evitémosles situaciones de riesgo. (Fiestas, reuniones sin padres a cargo, bares, paseos sin adultos responsables, etc.). Es importante dar libertad con condiciones.
Ofrezcámosles alternativas positivas.
Asignémosles responsabilidades de acuerdo a su edad.
Seamos adultos confiables, no nos horroricemos con lo que nos cuentan y aprovechemos para orientar en el momento justo. Establezcamos redes de apoyo con padres y amigos, denunciemos irregularidades y estemos alerta con conductas potencialmente peligrosas.
Nombre: Diana Marcela Carvajal Díaz. Titulación: Psicóloga de la Pontificia Universidad Javeriana. Especialista en Farmacodependencia. Diplomada en Enfoques Pedagógicos y Didácticas Contemporáneas de la Fundación Internacional de Pedagogía Conceptual Alberto Merani. Formación Complementaria: Terapia Neural, Acupuntura, Terapia Floral de Bach, Programación Neurolingüística (PNL), Neuropsicología, Trastornos y Dificultades de Aprendizaje, Déficit de Atención e Hiperactividad Adicciones, Depresión, Estrés, Ansiedad. Ocupación: Diseñadora Instruccional - Adecuadora Pedagógica del Centro de Producción de Material Didáctico de la Dirección de Educación Virtual y a Distancia de la Fundación Universitaria Los Libertadores. Terapeuta en las áreas Clínica y Educativa, en el Colegio de Educación Personalizada Individualizada Richard Wagner. Líneas de trabajo: Enfermedades Psicosomáticas, Sexualidad, Adicciones, Ideogramas, Estrategias y Recursos para la enseñanza – aprendizaje, Trastornos de aprendizaje, Déficit de Atención e Hiperactividad.
2 comentarios:
Los proyectos para prevenir el uso del alcohol tratan de las consecuencias individuales, familiares y sociales causadas por el consumo de este.
Es importante trabajar con las escuelas, las comunidades, y el gobierno para poder implementar los proyectos para prevenir el uso del alcohol entre menores.
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